Otra configuración

Y quedamos mirando hacia algún lugar, esperando respuesta o mejor aún explicación.
El tiempo dejó de ajustar la rutina y aún sentimos como sigue rodando en ligera caída.
Vivir a partir del impacto tiene el gusto de un fruto en su punto de madurez permitiendo otro modo de contacto extendido en radio de alcance, convocando esta genuina y casi absoluta experiencia participativa sensorial de estar presente.
Algo tosco, saturado y uniforme se esfumó de la atmósfera, cediendo espacio a la vecindad galáctica y universal tan antigua como ignorada por nosotras células en shock, recien admitiendo reverencia con un planeta en tránsito y juntos en comisión de servicio.
Ahora es cuando tanto huele a viciado, con un pie en la calle y surge la parafernalia sintética y estridente del modo como se resolvió este juntos vivir...la regulación externa impidiendo progresivamente la secuencia orgánica y dinámica del ser, de las personas, cada movimiento una consecuencia que admite poca autodeterminación, todo funcional y organizado para un batallón de ánimas con penas apenas subsidiadas, cada una con número en mano para constituir concertada normalidad por donde superarse y trascender supone conocer ciertos protocolos.
La variable desastre introducida por las cuestionadas placas continentales y oceánicas filtró de ruido también a la conciencia, sopló hasta reestablecer el cauce del silencio, una maniobra eficaz como dolorosa que emite todavía ondas del silabario terrestre en vez de, en reemplazo del tiempo heredado.